No lloraba más el árbol seco
sin la servidumbre de nidos,
auditoria coral del fuste hueco
memorias gratas de tiempos idos.
Ya no son sus ropajes caducos,
fracturadas ramas, una placa tumoral
apariencia del dolor de los eunucos
caducidad reproductiva en el nogal.
Sarcófago maderero al aire veraniego
nadie recuerda su alma musical en el laúd
destino inhumado y subterráneo de ataúd.
No verá las frescas lluvias del sosiego
y en aquel santo paraíso de los árboles
quizás vuelvan, prósperos, trinos y arreboles.