ricardogonzález

Miserables

La Navidad es un pedacito del año, que se pinta de blanco en algunas partes y de celeste en algunas otras. Motivada por el amor, el dar y el recibir: por todo aquello que puede hacernos sentir que no somos tan malos como parecemos. Aunque es así, todo lo llena el capital, desde el clásico ¿qué te dieron? Hasta el necesario ¿y cuánto te costó? Como si el precio dijera algo que el corazón no puede decir. “Que no falte nada en la mesa”, es lo que gritan para olvidar, cuantas veces han tenido que reunirse sin amor, cuantas veces hubo oraciones falsas y manos que no se dieron. Evidentemente no hay natilla ni buñuelos, que pueda remplazar el valor de quererse aún con manos o mesas vacías. La navidad implica regalar lo que no se toca, recibir lo que no se siente, vivir y ser valiente para agradecer todas las cosas no tuvimos en el año, y que nos permitieron ver las maravillas que se esconden, en el arbolito de nuestra vida. Una Play, un iPhone, sin regalos nos sentimos miserables, aun cuando somos miserables porque la felicidad no puede comprarse con regalos.