¿Para qué quieres ese reloj?
jamás retendrá tu húmedo dolor
ni agraciará tus gloriosos fastos ,
rotor sexagesimal de mecánico control.
Menos agilizará la nimia lentitud,
lentitud de los fúnebres lamentos
que no volverán plenas tus sonrisas
refractarias a tercas y señeras prisas.
Penitentes horas bisagras llegan solas
dividiendo los adioses y los futuros,
perimidos unos y expectantes otros,
en el breve gozne bascular del existir.
Las manecillas, finas damas hieráticas,
emperatrices de rigideces cronológicas,
imprecisas ante la rebelión de Psiquis
apenas si miden auroras y arreboles.
Ya no te quiero áureo reloj. ¡Vete!
deja chorrear persistente la memoria
tu “realismo” no es el “sub” de Dalí:
Salvador te archivó en el arenoso playón.