domingo perez

HERIDO

Comparezco hoy ante tu presencia, abrazado a los cimientos del miedo, necesito el cariño de tu clemencia, para curar las heridas de mi cuerpo. La vida se marcha entre mis dedos, con realidad temblorosa y amarga, desgarrador dolor son los recuerdos, que deja en silencio mis palabras. Mi corazón envenenado te anhela, lágrimas adyacentes a mi muerte, mi alma, incertidumbre que vuela, con la esperanza de mejor suerte. Temerario de sentimientos vacíos, que lejos de ti me has convertido, escucho de nuevo mil veces tu voz, quedando así libre de todo temor. Confieso amarte como única pena, pues pretenderte fue mi soberbia, esclavizado fiel a tu dulce condena, que versa oprimido dicho poema.