En una carta
te dije que te amaba
y fue a tu lado.
No contestaste.
Y entonces, el silencio
me acompañó.
Busqué en el mar
los cantos, en las playas,
de las sirenas.
Busqué en montañas
la risa, cantarina,
de los arroyos.
Busqué en los campos
los ciegos girasoles
mirando al sol.
Y con el tiempo
un día nuestros pasos
se entrecruzaron.
Te sonrojaste
al verme ante tus ojos,
envejecido.
Yo te quería
y siempre te he querido,
pero con miedo.
Miedo a la vida
y a verte recortada
tu libertad.
Yo sonreí
y en brazos del silencio
seguí mis pasos.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/07/20