Yo deseo siempre, desraizar un trozo de mí
para ver sus mejillas blancas enrojecerse
para enternecerla, y siquiera verla sonreír.
Y dejaría morir en soledad mis ideas
como la hoja reseca de una rama caída
que lentamente se muere besando la tierra
Y que muere entre infinidad de amigas
que han caído y cayéndose como ella,
van por sólo un beso, a quedar dormidas
Porque si perderme mi destino sea
en la complejidad de sus ensueños
¡Yo lo haría! Aunque ni ella me creyera
Y aunque en aquellas altas noches sombrías
como aquella olvidada hoja me marchite,
le pediré sus lágrimas, para hacerlas mías
Dejando sus ojos tan claros como el día
y la tierra y el cielo de ternura infinita
ardiendo con nueva luz en sus pupilas
Y para mí, esa... ¡Esa sería mi alegría!