SIN SALIDA
Ahora que las lágrimas se han teñido de rabia
y en los ríos oscuros hay cadáveres pálidos
enredados en musgos, se ve cómo la ignavia
puede emerger triunfante con sus miembros inválidos.
Si hasta a la sensatez el destino resabia
aplastando su llanto con sus rastros escuálidos,
y una fuerza muy clara macilenta a la anavia
con su espiga filosa donde rugen hapálidos.
Ahora es al revés, una página sucia
escrita en garabatos destruye los maderos
hasta volverlos polvo, producto de su argucia.
Se ve que no hay salida, no existen ya senderos
por dónde caminar, sus huellas, con astucia,
impresas con dolor oprime a los austeros.