Fueron aquellos días
cuando derramé mi sangre
en tus venas
lamiendo cada segundo
en tus brazos,
besando tus pisadas
en la noche solitaria...
Acariciando
con las manos las huellas
que en mí tallabas…
Fueron aquellos días
donde como un ladrón
besé tu alma
anudando las manos
a las manecillas del reloj...
Penetré en tus ojos
como la misma araña
que teje su nido
hice de tu cuerpo mi hogar
y de tu voz mi ansia…
Fueron aquellos días
donde los amaneceres
eran fuego
y los atardeceres
la llaga que mi piel
aceptaba por amor...
Deambulaba ciega
entre las paredes del corazón
y ahora que otro día amanece
el río fluye en toda su magnitud…
Fueron aquellos días
cuando la piel
se sonrosaba en los besos
ignorante espejo de las sombras eternas,
caminos entrelazados
que solo el destino
mece en su cuna...
Fueron aquellos días,
aquellos días que abracé...
Y olvide amar…
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