Con los ojos más grandes de mis esperanzas
blindaré los cerrojos de la amargura
cerrada a cal y canto.
Subirá la hiedra por la pared
tantas veces remontada en mi niñez
y escribiré deseos infinitos.
Grabados en los corchos del cava
permanecerán intactos
como las largas noches absueltas sin castigo
en este último año que pasó fugaz.
Con sigiloso paso avanzaré
sobre las abiertas baldosas de un pasillo
largo pero penitente y deseoso de paz.
Abriré sin temor los puntos y apartes
para continuar deseándoles felicidad
en un año nuevo que seguro llegará.
Mientras crezca la hiedra, crezca la vida,
se ira la amargura en los ojos tristes
sin volver la vista atras.
Mis mejores deseos, de todos serán
en este nuevo año que brille la paz.