Por ahí va caminando,
triste y sola
gimiendo y llorando.
Sus ojos inundados del llanto
reflejan la pérdida
de aquel al que ha amado tanto.
Es la novia de negro
que por las calles
aún no ha encontrado consuelo.
Cuando oye las campanas repicar,
su carita refleja una alegría
que no puede ocultar.
Corre como loca hacia la iglesia;
en la puerta espera impaciente
a aquel que aún no regresa.
De pronto esa alegría termina
cuando ve que hacia al altar
otra pareja camina.
Su corazón se estremece
y llora de dolor su alma,
ella nuevamente entristece.
Mira hacia al cielo
le pide a Dios misericordia
le pide a Dios consuelo.
Sabe que el buen amante ha muerto,
pero se aferra aún
a su imposible regreso.