Te veo en silencio y observo tu beldad, tu lozanía;
no me queda más que deleitarme de ti; taciturno, en el invierno de mi vida.
Hago una tregua al tiempo, deseo rejuvenecer, pero me doy cuenta que no estas hoy para mi,
me pierdo, me enfermo y regreso una vez más a mi camino.
De nuevo, veo a través de tus pupilas que emanan una esperanza, una ilusión;
dime si acaso he enloquecido y que no logro distinguir entre una realidad y un sueño,
o dame una señal que me diga que no es locura mi pensar ni mi pesar.
La primavera y el invierno parecen lejanos
pero lo cierto es que ambos están más cerca que ninguna otra estación,
no es el verano no es el otoño, es invierno y primavera;
mis ojos se iluminan, sólo espero y deseo,
ser yo quien despierte el calor que necesitas para apaciguar el frío que has llevado en el camino.
Sólo deseo que mis labios ardan una vez más
y tú, sientas que aún en el más crudo invierno,
el calor es más tórrido y apacible.
No tardes, que mi invierno cada vez es más severo y pronto no habrá fuego.
Autor: Bernardo R Villatoro/México
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