Su cuerpo es solo templo de la nada
Y manantial de cuentos desmentidos
La pena capital del albedrío
Está pagando a cuotas despeñadas
Tristeza del otoño en la mirada
Humilde segador sin sembradíos
Negando al cielo pierde el desafío
Su sombra, del silencio enamorada
Bajo el dintel la puerta se ha cerrado
Su Fe de claustro bate en los excesos
Mientras le dice adiós, abandonado
Su gran amor se aleja sin regreso
De inanición muriendo, condenado
En estas calles sin Dios y sin sus besos
Gerardo Villalobos