Sueños que trazan la codicia, vientos que lo arrastran todo, designios repletos de envidia, cabezas de siete monstruos. En tu biografía eras soldado, y en la lucha no pudiste vivir, siempre triste y abandonado, en un cielo terriblemente gris. Con tus piedras en el camino, y como compañera la soledad, a esa dama, sumiso y rendido, sencillamente volviste a amar. Mochila a cuestas y espaldas, nostalgias de largas miradas, no fue lo que tú imaginabas, te faltaron mejores palabras. Y con la aurora amaneciendo, regresaste un día a aquel lugar, donde siguen desapareciendo, las crueles olas del vasto mar.