Me he sentado a esperar la dulce carta,
esa carta que aún no ha llegado,
esa carta que no llegará.
Es en la que escribes con detalle
que me extrañas,
mientras sentada en la esquina de una calle
pensaste que me amabas.
Es la carta que aún no has pensado
y que yo sigo esperando,
aquí, abandonado junto a las nostalgias
en la esquina de un adiós sin lágrimas.
Callado,
porque la soledad me habla muy fuerte,
y me hace recordarte
como el último olvido que tengo.
Por eso espero un solo recuerdo
en esa carta que me habla de ti;
la carta que aún no has escrito
y que en mi mente vive para mí.