Mi rebeldía comenzó el día que,
frente al papel en blanco,
me atreví a querer ser poeta
cuando leyendo a Bukowski y a Neruda me rehusé
a ser algún día
aquella diosa humana idolatrada
por la sangre que abultaba la entrepierna del poeta
ese que necesita inspiración nueva en una cama nueva
y que cada quince días baja a su diosa del altar
para colocar una nueva
cuando descubrí que la mujer misteriosa,
que tanto fascina a los hombres en sus escritos,
no era más que una mujer normal
oculta detrás del velo del silencio y la belleza
me bajé tambaleante
del pedestal donde nos han colocado
para tomar la pluma y vaciar
sobre servilletas, hojas sueltas y cuadernos
mis palabras
te explico mamá que yo no quiero ser
la esposa, la novia, ni la amante
del escritor ni del poeta…
¡Yo quiero ser compañera!
mi rebeldía comenzó el día
que renuncié a ser musa para convertirme en poeta