Hoy como ayer
nublan mis recuerdos
la palabra callada
que nunca dijiste,
la ventana manchada
que nunca dejó entrar
la tierna luz,
el pan que seco
encogió y se convirtió
en polvo.
Triste viaje aquel
que sin avisar
golpea la sobriedad
del presente
y que siembra
la inquietud floreciente
del mañana.
¡Qué distante,
qué consuelo,
qué sufrimiento
reposa en un alma
ajena a todas las almas,
ajena a todas las cosas,
a Dios
y a la muerte!