El deseo se precipita, te hablo.
Los días son actos de respuesta
a los miedos que se acoderan en las noches,
y solo puedo seguir prendido de las manos
de tu alma;
Acá los ausentes son más densos,
el silencio más firme
y cada recuerdo lleva su candil
recorriendo su propio cauce;
¿Sabes? por ahora escribo con las manos de otros.
Toda la noche.
No de mi vida sino de la ausencia,
de mi muerte,
de las sombras que llegan,
de esa precariedad que el apetito esconde;
¡No hay cosa más furtiva que la soledad,
cuando sabe llegar a los lugares dulces más ocultos!
Hoy es sábado, es el día en que me pongo
la memoria
y mi voz recoge su alma del suelo para llegar
a su lugar de origen.
¡Oh laringe de breves glándulas salivales!
¡Ah rincón septentrional en venerable tiempo!
¡Ah ciudad desnuda!
donde ha llorado el universo a dos líquidos,
completamente.
¡Sombrero de muchas sienes!
Llegas puntualmente ¡Te hablo…!
y sé que arderá una pena
en el cauce de dichosas salivas que en su desborde
se abrazan a esos fantasmas
que nadie puede detener.
¡El silencio se precipita, te hablo!