Hay tanto rencor en el corazón reprimido con sus
conversaciones mudas del verdadero sentir,
es que nos pesa hasta la tumba.
Nefastas son las horas en las que pienso
en esa eternidad falsa, olvidémoslo.
Repulsivo rostro que miro con odio y cuánto le amaba
con anhelo, pero no volveré a denigrarme,
hoy toca sonreír.
La humanidad pierde su juicio, escasea la honradez,
aguantamos fingir!
La muerte buhonera de máscaras y tropos,
es fuego y opio y nieve y brisa lejana.
La muerte tiene dedos de aguja, labios finos
como la dulce raya del día en los cipreses...
La soledad de la noche me recibe,
y solo atisbo el lento paso de los cortejos funébres,
mientras mi alma se recuesta en el remanso de un piano,
mi cuerpo ligero ahora seca las mariposas
que antes echaba a volar...
Final, ilusión, no despegues lejos de mi realidad
o sé la esperanza de antiguos sueños
y amor incondicional.
Ya nada vuelas, es cierto, estoy ardiendo en lenta espera,
sin migas, ni fulgores, ni asidero...
Tengo una sed espesa de milagro
y concebirte esos abrazos.
Quédate aquí, conmigo, dime el nombre que elegís
entre todos los que tenéis oniria yama enaltecida
somos mar de olas marchitas que cruzar
no extenderémos el olvido, mientras llueva
delirio y paz, sonrisas y nos broten lágrimas
A ninguno lo he visto en su ser más hondo
(u observarse a si mismo con tanta mesura)
Amigo de la música, de animales psicodélicos
Vehemente pluma, son tus trazos la hermosura
tu corazón rojo fino, sincera complexión
me inspiras transmitirte mi ser diafano
Duro oficio el que te impones lamiendo tus llagas
y decir lo que te quema
las ingles hasta el alma, en este mundo
que sólo rinde culto al dios dinero.
Aveces creo inútiles mis versos y las horas mustias,
de quebrantos y de mar sempiterno,
cuando hay tanta miseria por las calles
y tanta usura vil que nos gobierna.
Pero si escribo es por dar cuenta del instante,
asuntos del silencio y mecerme desde el olvido
el árbol de mis sueños.