David Arthur

Fruta prohibida

 

 

Saboreábamos al completa

nuestros mordiscos en la madurez

de la suculenta fruta prohibida,

cuando debajo de sábanas discretas,

rezábamos que las noches nunca terminaran,

sabiendo que  sin tu calor mi libido,

cubierto por  una manta de escarcha,

menguaría y languidecería paulatinamente

*

Nuestros sentidos vagaron

en la sensualidad de flujos de fluidos,

de sangre corriendo detrás

de testosterona amotinada,

y nuestras lágrimas de regocijo,

una ósmosis,

filtrándose en nuestros poros,

para inundar nuestras esencias,

mientras nuestros susurros y gemidos

eran la punctuación de nuestra poesía

 

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La foto cortesía de Jérome Coppo