Viví pasión soberana
allá por Andalucía
donde la vida bebía
en brazos de una gitana.
Con imagen de sultana
y sonrisas hechizantes
alegraba mis instantes
cantando en lengua caló
que al corazón cautivó
con sus tonos insinuantes.
La conocí en un tablao
en Jerez de la Frontera
bailaora de primera
me dejaba enbelesao.
En el nocturno sarao
con su traje de batista
era diva de la pista
escuchando los jaleos
por sus graciosos braceos
con porte de gran artista.
Se escuchaba tan gloriosa
cuando lanzaba un ayeo
con gracioso abaniqueo
de su estampa tan airosa.
Su figura glamorosa
al brillar las lentejuelas
sonando las castañuelas
un querubín parecía
que del cielo provenía
circundado por mil velas.
En los Bailes del Candil
su rostro sobresalía
como diosa que venía
en una nube sutil.
De manera tan febril
bailaba hermosos fandangos
o maravillosos tangos
que me hacían delirar
tan solo con escuchar
sus acordes tan mindangos.
Haciendo las escobillas
parecía que volaba
porque el viento desplegaba
sus azabaches trencillas.
Al ponerse de puntillas
semejaba un cisne bello
por la forma de su cuello
que parecía el de Leda
con piel de mórbida seda
con luminoso destello.
Bailando una sevillana
y el Baile de La azucena
era su gracia morena
de amapola gaditana.
Sonaba regia campana
cuando la flauta se oía
y en su baile trasmitía
del amor su savia pura
que tenía la dulzura
que mis venas sacudía.
De Sevilla hasta Granada
de Granada hasta Almería
brillaba por su alegría
tan radiante y apasionada.
Era una estrella argentada
ejecutando un desplante
de manera tan galante
con una regia mudanza
que hacía sentir la danza
divina y gratificante.
¡Por eso tierra andaluz
jamás te habré de olvidar
porque supiste llenar
mis días de amor y luz.
Siempre serás un trasluz
donde mi rima profana
añore aquella gitana
que me dio del vino griego
que supo encender el fuego
que habita mi carne humana.
Autor: Aníbal Rodríguez.