La distancia desistió de su motivo…
y me arrimó hasta el ejido.
El destino en su hastío terminó su largo viaje.
Tu equipaje se bajó en la estación desteñida por la espera,
sus maletas desbordas de ilusiones desgastadas…
de esperanzas recortadas,
polvorientas por el trecho recorrido,
sin pensarlo coincidieron con mi tiempo.
Fue un encuentro inesperado con la ausencia…
en un silencio arrepentido.
Los boletos caducados de una vida repetida…
acostumbrada,
un saludo al adiós que regreso de su decidía…
insatisfecho,
el coraje poco a poco despejando sus motivos.
La miré…
nos miramos de una forma interminable,
fue el preludio de un encuentro deseado…
tan querido por los dos…
tan suspirado.
Nos miramos con el alma…
y no pudimos descifrar el albur.
Su sutil debilidad se apoyó sobre mi hombro,
las ojeras trasnochadas de este efímero delirio se sintieron extasiadas,
me indagó por un momento…
preguntó por mi leyenda,
y encontró que fuimos uno desde siempre,
la casual verdad de ser los mismos.
Me cansé de esperar por un milagro…
y ese día…
cuando estaba por cerrar las ilusiones…
tu llegaste…
apurada…
emocionada,
tu llegaste justo el día en que partía al largo sueño de quimeras empañadas.
Hoy ha vuelto a clarear desde la aurora.
Los arpegios de una dulce melodía nos deleitan,
el sonido de su voz con sus acordes me convence,
el cansancio que sentía se marchó sin rumbo cierto…
me ha dejado una sonrisa,
en su mano se acomoda este encuentro inesperado,
una luz resplandeciente que me inquieta…
me suspende…
me conquista.
Solo quiero estar con ella…
quiero andar por el camino que nos falta recorrerlo…
ahora juntos.