Se fue el abrazo.
Así,
de repente.
Como si nunca hubiera sido,
cálido,
firme,
sentido.
Se fue intrigado.
¿ Qué ha pasado?
Preguntó al viento
Reclamó mil veces
¿ Qué ha sucedido?
Caminó las calles,
hurgó tras las esquinas,
en lúgubres zaguanes
y tras las cancelas.
Se aventuró a caminos,
bosques,
playas
y hasta trepó montañas
y bajó barrancos.
Suplicó allí ,
donde había vivido
o donde antes era requerido.
Pero fue inútil.
Su fuerza pasada
había huido,
sin querer,
sin dejarse notar
Y sin su permiso.
Y se fue con pena,
con el alma arrancada,
con los ojos tristes,
con la mirada perdida,
como sin rumbo,
como sin tino.
Y preguntó.
A la brisa de la tarde
y a la bruma ondulante de la montaña
y a todas las tibias mareas
y a las huellas de ida y vuelta del camino
y al viento sonoro del barranco
y hasta al sol huidizo del ocaso.
y allí donde fue querido.
Se fue el abrazo
y partió hacia el norte,
donde fue uno más
entre las caras de cera,
de labios mortecinos.
Y allí enfrió su corazón
para no sufrir,
y calló,
para no preguntar
de quién fue la culpa
¿ por qué este destino?