¿Qué sé yo de pintar soliloquios de colores?
Anegar de tiza el paisaje atosigado
Brincar los aros siguiendo de tus pechos el ritmo,
¿Qué sé yo del rombo. Del rumbo de tus alas, del rastro que dejan tus restos esparcidos de quitina, bicho nocturno?
Parpadea lentamente
Tamiza la menta, lame la plata...
Abre tus alas, tus dichosas alas de tormenta.
Tus mares invisibles de oscuridad...
¿Qué sabes de estar solo y respirar el hálito del viento de verano por las noches?
Todo, a la luz del velo frío de lo ignoto,
Del arrayán errabundo de amaneceres lleno de perdigones y moho...
Del perfume que despiden los enamorados bajo su follaje...
¿Juguemos? Dicen las lágrimas...