Huyamos del engaño
que nos persigue.
El que dice nos conoce
o cree conocernos.
El que nos tiende trampas
del día a día,
el que nos ofrece dulces,
el que nos encierra
hasta el siguiente amanecer...
Digamos que no
al paso de los minutos o
de las horas de encierro,
de las rejas abiertas
sin escapar,
de las nieblas de ideas
sin realizar,
de los sueños que esperan
otros días por llegar...
Tendamos una trampa
para este enredo.
Que se enciendan las luces,
que suene el trueno,
que nos alerte,
que nos levante.
Que encienda el fuego
que nos avive.
No más inviernos..