Viniste a mi como encantada por el viento,
como naufraga de soledades,
como lágrimas de un sueño mío,
simiente sagrada , intima bailarina del encanto.
Celos de los ríos mansos y serenos,
las rosas de mi pecho sucumben ante tus gotas,
alma de las mismas nieblas y resonancias,
lentas silabas de amor
Las calles mojadas , perfuman la tierra estéril,
vienen los dinteles que brotan desde el cielo
en los perdidos arrabales, en umbrales de su limbo,
trasueñan otras vidas, llorando estrellas blancas.
Abres surcos y el mar bebe su agua,
el horizonte se nubla,
la hierba de noviembre ya no será un pálido diamante,
los pinares se alejan, en el aire vienen aromas.