La cordura no me pertenece, ni la luna, ni el espacio
Solo la pistola que me apunta todas las noches y pretende dispararme, pero se detiene, se detiene y me ofrece vivir sin cordura.
Entonces hacemos un trato, yo le ofrezco un trago y la pistola una vida, prefiero conservar mi vida sin cordura y no tener el trago pues ya fué suficiente el daño que me hizo.
Quizás las balas prefieren atravesar mi cráneo y así formar el espacio y la luna. La pistola está cansada de sujetar el gatillo pronto el trato acabará y la cordura me consumirá.
Un último verso al amor y un adiós para la vida, un trago amargo a las 2 am junto a la ventana.
dispare vaquero, dispare!!!.
_Rodrigo Ego-aguirre