Espejo de ceniza —Ajedrez.
Vieira Da Silva.
Maga, llamarte intento.
Sé que yaces al fondo de un cuévano
abarrotado de letras, de arpegios
en el aire.
Sé de tus cloacas parisinas.
Ven a rescatarme de este marasmo.
Ven y báñame de ese París que tuyo
solo pudo ser —Pont des Arts,
Bulevar Poissoniére...—
Escapa de tu eterno instante,
elimínate del cerrojo de ese espejo
de ceniza que te prende,
que te prestó el estro exuberante
de Vieira Da Silva.
Ábrete a mí cual Venus de espuma
de semen de mar que de Urano brota.
Maga, socórrerme de la musa
que corre tras de mí arrojando piedras.
Atribúyeme el permiso de tu padre
—al que quiero y siempre querré—
para que maniobre la cera de tu sangre
y la haga carme, la haga verso.
Venga, no tardes, te espero con la pluma
caliente y la tinta simpática en el tintero.