No fue mi culpa,
que mis labios
se pegarán
a tus labios
porque una fuerza
misteriosa los empujó
a encontrarse
No, no fue culpa mía
ni tampoco tuya
que nuestras lenguas
en ese beso
se volvieran locas
y nos hicieran sentir
que dábamos vueltas
y vueltas como una Noria,
No, no fue mi culpa que mis manos
se fueran directamente a explorar
tu jardín debajo de tu falda, ni es
culpa tuya que me las mojarás.
No, no es culpa tuya, ni mía
que termináramos aquella velada
amándonos en tu cama,
sudando piel con piel
viendo las estrellas, bailando
el vals de las mariposas, y jurándonos
amor para el resto de nuestros días.
Mael Lorens
Reservado el derecho
de Autor 18/12/2020