Con el corazón desnudo vengo a ti,
mordiendo la cruz sagrada,
arrastrando las cadenas de la esclavitud,
atravesando la noche helada,
despojándome del peso de mi ingratitud.
Con un costal lleno de deseos y pasiones
para dejarlos a tus pies,
quítame este peso de mi cuerpo
y aligera mi equipaje
para que sea este corto viaje
solo hacia la ruta de tu humilde sendero.
¡despoja de tristeza el alma mía!
que despliegue sus alas
y emprenda el vuelo hacia la lejanía,
donde no hay miedos ni rencores,
donde no existe el odio ni la envidia…
Espíritu supremo invádeme,
arrópame,
sujétame.
Escribe tu nombre en mi pecho
y deja tus marcas en mi corazón desnudo.
Que tu sangre como el vino
recorra mis venas,
que se derrame la copa del amor inmenso
en todo mi ser,
y que sea el cáliz sagrado
el más puro origen de mi sed…
Angosta es la senda por la que piso,
camino de sombras lúgubres,
ruidos de animales nocturnos me acechan,
siluetas de ramas con espinas,
destellos de relámpagos de tormenta,
y una voz que recita oraciones desconocidas.
Vísteme con armadura de acero,
protégeme con tu escudo inmaculado.
Armado de la palabra en el filo de mi lengua,
que mi piel y mi carne se desgarren,
y mi Corazón Desnudo
llegue a ti…