Son las doce...y llueve,
se exhibe con una indiferencia gélida…
paralizante…
inclemente,
rayando en lo insensible.
Llueve imperturbable,
se adueña de las sombras,
y se hace soledad a gotas,
se hace ausencia a penas,
se hace dolor a insomnio,
con un vacío perpetuo,
de una nostalgia trémula,
de melancolía complexa,
rayando la inmolación…
al borde del sacrificio…
rozando la fría muerte,
intentando abandonarse de la angustia.
Son las doce ...y llueve imparable...
permanente...
constantemente,
sin parar llueve...sin tregua,
arremete bullicioso,
tenaz y sin descanso.
Aguacero torrencial de media noche,
temporal incierto,
caprichoso,
trasnochado…
vence al sueño,
agota la paciencia…y cansa.
Adormece profundamente,
y termina relajante,
sin dejarse notar…pasa…
como todo pasa,
y amanece…como si nada.