No puedes llamar \"hogar\" a sus brazos,
a sus ojos castaños ni a sus manos cálidas,
no puedes llamarle \"hogar\" a otro ser humano
pero insistimos
hasta que el charco de sangre sobre el que estás parada
te advierte que te estás desangrando.
Sola.
En el pasillo.
Afuera de una habitación cerrada.
Tu hogar no es él.
T hogar no es él.
Tu hogar no es él
pero tú no quisiste creerlo.
Ahora te preguntas quién limpiará tus huellas ensangrentadas
dirigiéndote a la salida.
Afuera el viento es apenas un susurro
cuando a tus espaldas escuchas el ruido seco
de la fachada de cartón cayendo al suelo.
La fachada de cartón de una casa falsa
que no resistió el primer y más ligero soplo de viento.
Tu hogar no es él y apenas ahora lo estás creyendo.
Tu único hogar de carne y hueso,
eres tú misma.