Al contar nuestra historia por favor,/ habla del deshacer de cosas hechas,/ de corazones enamorados sin amor,/ de un Cupido sin flechas.
Estoy sintiendo el temor,/ con el pasar de los días,/ que esperar por tu amor,/ sea como esperar al Mesías.
Mi búsqueda no cesará hasta encontrarte/ y en el camino sé que al seguirte,/ buscaré al diablo para tentarte/ y a Dios para bendecirte.
En el juego del amor no estoy a gusto/ y ahora a perder no me resigno,/ ¿por qué si tuvimos un comienzo justo,/ no tuvimos un final digno?
No he de vivir mi vida en vano/ si la vivo consintiéndote, cuidándote/ y si el cielo es algo que me gano,/ yo me lo ganaré amándote.
El odio y el amor acordaron asistir/ a un juicio que al perderte imaginé,/ que se levante el que sobreviva -alcancé a decir/ y sólo el odio se puso de pie.
Detrás de la esperanza que se esconde,/ esperando una respuesta me asomo,/ para amarte dime cuándo y dónde,/ yo te diré cómo...
Lloramos ante el dolor/ y todos creen que fue honorable y gloriosa nuestra historia,/ pero nadie sabe cuándo murió el honor/ ni quién se llevó la gloria.
Adivinar que te voy a querer/ y en qué momento empezaré a sufrir,/ es como saber que voy a nacer/ y cuando voy a morir.
Algo sobre el amor que no has dicho/ me resulta un misterio./ ¿Es algo serio que se vuelve un capricho/ o es un capricho muy serio?
Ambos deberíamos estar presos,/ de nuestra libertad no ser dueños,/ yo por robarme tus besos,/ tú por robarte mis sueños.
Anota que un día desnuda/ con el alma me amaste,/ antes que el tiempo te cree la duda/ y creas que sólo lo soñaste.
A quien no puede caminar ya entendí,/ aunque ese no sea mi caso,/ cuando quise caminar sin ti.../ y no pude dar ni un paso.
Casada, con hijos, cambiada te encontré/ y eso me dejó una sensación triste./ Vive aún la mujer que busqué,/ pero la que amé… no existe.
Comernos a besos era excitante,/ sobre tu cuerpo yo o sobre el mío tú,/ pero un día no nos gustó el restaurante/ o fue que nos aburrió el menú.
Como tú y yo tienen historia las estrellas/ y al recordar cada una se muestra/ y ríen al contar las de ellas/ y lloran al contar la nuestra.
Creo que cuando nuestra historia hicimos/ ambos nos equivocamos./ ¿Por qué si era un drama nos reímos? ¿Por qué si era comedia lloramos?
Cuando Dios me enseñó/ que más que un mandamiento, amarte era un derecho,/ al revisar mi alma se encontró/ con que yo ya lo había hecho.
Cuando nacemos venimos de un lugar/ al que regresamos cuando morimos./ Aquí y allá nos tuvimos que separar,/ pero nunca fue porque quisimos.
Cuando reíste de esa manera/ pues de tu néctar no bebí ni una gota,/ jamás te sentí tan sincera/ y yo nunca tan idiota.
Cuando un amor ha terminado/ no hay razones para una fiesta./ Pues no te sientes invitado/ ni toca para ti la orquesta.
Cuando ya no te comportas igual/ o cambias tu forma de verme,/ no sé si es tu síndrome premenstrual/ o es que dejaste de quererme.
Deja que le mienta el corazón/ cuando digo que no quiero verla,/ es un obstinado que me da la razón/ porque se ha cansado de tenerla.
Dices te amo y me cuesta creerte,/ olvidas tan rápido que no sé../ Si mi amor fue sólo cuestión de suerte,/ ¿tu olvido es cuestión de qué?
Dime que me amas o lo escribes,/ expresa cuánto me quieres,/ que yo lo valoraré si vives/ y jamás lo olvidaré si mueres.
Dos cosas como un arte,/ en la escuela de mi vida aprendí,/ a no vivir sin recordarte/ y amar mucho... pero sólo a ti.
El amor sale triunfante/ según tu inteligencia, como ves./ Sobrevive a una decisión brillante/ y sucumbe ante la estupidez.
El poeta decide con lo que escribe/ lo que será el amor en un segundo,/ tendrá la alegría del que sobrevive/ o la agonía de un moribundo.
El recuerdo es inmortalidad, es un motivo/ que sólo te inspira a vivir,/ porque si te recuerdo me siento vivo,/ si me recuerdas… no puedo morir.
El tiempo que implacable voló/ se ha llevado mi juventud,/ con recuerdos de personas extrañas como yo/ y gente inolvidable como tú.