Lourdes Aguilar

DEL ÁNGEL AL DEMONIO

El ángel baja del cielo y a veces duerme en edredones de encaje, pero tantas veces también en petates de paja,

Hay ángeles que escuchan canciones de cuna y ríen recordando sus juegos allá

en el cielo

Pero cuántos hay escuchando insultos y gritos, cómo lloran, cómo sufren ésos sintiendo desprenderse sus alas

Y el tiempo pasa y los ángeles ya no escuchan arrullos, ni les enseñan a disfrutar de las sublimes puestas de sol,

A los ángeles, entonces se les olvida el resplandor de la inocencia que los envuelve al nacer

Pobres ángeles, siempre asediados, siempre confundidos, reprimidos, siempre obligados a encajar en un mundo frío y hostil

Despojados de su natural intuición, jugando a imitar los vicios que los alejan de su natural vocación.

Ángeles que aprenden a reír corriendo en jardines podados, a gozar en albercas y con juguetes muy caros,

Ángeles que lloran de hambre en miserables barriadas, ángeles mutando aureolas por cuernos, robando y asesinado en calles sin ley,

Ángeles bajaron, mas en entes sin alma los han convertido, cuyas sombrías miradas son túneles desembocando en prematuras tragedias

Ángeles hay cuyas sonrisas ya son demoníacas, miradas que turban de tanta crueldad

Retoños de rosa que ahora sólo producen espinas, crisálidas desarrollando aguijones

Cuántas, cuántas esperanzas sofocadas ahora en un mundo plagado de hommos sin nada de sapiens

Hombres, mujeres, todos necios fabricándose alas de cera, volando para llegar a la gloria que los hace caer