Cuántas brisas de otoño
abrigaron nuestros cuerpos
cuántas hojas de aquel árbol
amarillentas y secas
cayeron sobre nuestros pasos.
No había silencio entonces
cuando las palabras latían
en las pupilas,
no eran fugaces las ilusiones
sino balsamos
a los corazones.
Cuántas brisas de otoño
podría contar
con las arrugas
que ahora lucen en el rostro,
las manos ya cansadas
y la voz entrecortada.
¡Que días aquellos!
¡Tanto amor entregado!
¡Cuántas brisas de otoño!
¡Dueñas del alma mía!
¡Del alma nuestra!
Y ahora te contemplo
aquí sentado al lado mía
con tu siempre sonrisa juvenil,
con tus aires de conquistador
meciendo versos al viento
y prometiendo amor eterno…
¡Cuántas cálidas brisas de otoño
seguirán susurrando
en los atardeceres de enamorados!
¡Te amo!
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Mo Anam Cara