Romey

Unidad de almas / Beso / Concatenados ecos

Flor, tu fuerza levantas de la tierra,

tu elegante beyeza, tu aroma a amor

y verdemar, tu esencia verdadera.

Oh luz de estreya, fuente de eternidad

y agua de vida, cristal intangible, alma

libre, entregada a amar y nada más,

bonita flor preciosa creciendo sobre la fronda,

sobre la densidad oscura de la sombra elevándote

majestuosa, magnánima diosa terrenal...

Alégrate, renace, levántate, que el mal se va

al verte crecer, azul, yena de la luz estelar,

celestial, especial, entre el espacio

y através del tiempo besando el cielo

 

 

 

Tanteando en las tinieblas los muros y las piedras

unas manos desnudas buscan la luz de un alma.

El viento pasa, acariciando las sábanas de arena

donde eya baila plena, ave legendaria, estreya blanca

caída a la tierra un día de tristeza...

Horas de hierros pesan, las cadenas carceleras y los cierres,

los candados en las bocas de los ángeles marginales,

los diluvios que ahogan todas las tardes en un luto irreal...

Pero la verdad vuelve y la muerte se va,

crece grande y fuerte el amor en la soledad de la nada

cantando su sonrisa sincera sin prisa, ya no más presa

de las formas que fuera se corrompen, externa a la rabia

eya exclama invocando así la tormenta que ha de venir...

Sobre la concavidad redonda de una roca colosal,

ciclópea criatura, conversando con la Luna

una noche más, sin lágrimas, alegre, gritando

el nombre de aqueya estreya o alma que lo ama

a él, hombre solitario, quien tararea siempre cánticos

disipando los disparos y los temores aterrados.

Yorando dentro de una cueva negra

enjoya el pavimento desplomándose como un manto

o la niebla sobre el mundo... Es verdad

se equivocan los ruínes inquisidores arrojando el enojo

a los ojos giratorios, a las sombras de la noche.

El fundamento inicial del universo, su cimiento principal,

el pensamiento late desde el alma a todo lo demás

impregnando, regando los campos, mojando las montañas

donde moran los minotauros, mientras a látigo son azotados

haciendo sangrar el cielo su yanto al suelo... El humano,

rebelde innato, y creador de todo, contempla la insignificancia

de sus obras, dobla su mirada hacia las sombras y avanza

otra vez más... Dicen que ama demasiado, que es pecado

mortal, que quiere vivir, conquistar la eternidad de lo alto

y traerla aquí abajo, rajar el velo y ver que hay tras esto,

tras tanto trasiego, un dragón, un ego poderoso, un dios

que lo es todo, último y primero, también el del medio

y su sombra...