Y había una vez un sol resplandeciente y muy brillante en el cielo azul y que da toda luz a todos por igual. Cuando un día salió la lluvia del cielo y del aquel ocaso y le dijo la lluvia al sol que…
-“Oye, tú que eres tan inmenso, ¿cómo puedes dar tanta luz al mundo…?”-,
Y la lluvia casi escondida entre aquellas nubes grises y en ser una rica tormenta que se avecinaba, cuando de pronto el sol salió y escondió la lluvia entre nubes de terciopelo y le dijo el sol a la lluvia que…
-“Oye, yo soy como la luz de todo Dios, puedo todo lo que Él puede hacer, pues, Él me creó…”-,
Y la lluvia descontenta porque sí conocía a Ése Dios, quería llover con demasiado torrente y con un aguacero pluvial y con fuertes relámpagos de una lluvia casi trascendental en el mismo cielo donde se hallaba el mismo sol. Cuando la lluvia sólo el flujo de esa lluvia pluvial, sólo quería opacar al sol de luz y no podía la lluvia hacer eso. Y el sol le dijo a la lluvia que…
-“Oye, tú, ¿por qué quieres hacer llover a mi cielo azul...?”-,
Y la lluvia con tanta agua en riquezas para dar y regalar al mundo no dijo nada, sino que el sol nunca dejó que la lluvia diera de su riqueza al mundo porque el sol siempre decía que la lluvia era fea y que le opacaba el día y más su luz en derredor hacia el mundo tan resplandeciente y él, el sol le dice a la lluvia que…
-“Oye, tú, vete de aquí, no te quiero aquí en mi mundo más, me opacas con luz tenue a mi mundo y yo soy aquí la luz de todo el mundo…”-,
Y mientras más le decía a la lluvia, ella callaba, y el sol más brillaba… y más hacía relucir en el mundo…
Cuando el sol no opacó nunca el mundo y no dejó que la lluvia diera de su riqueza a la tierra. El mundo quedó inerte, con luz del sol resplandeciente y tan brilloso como la misma luz de luna y era el sol el que engrandeció el mundo de luz y de mágico verdor al mundo, pero, al sol se le olvidó algo que el mundo necesita de la lluvia y la lluvia es agua que significa vida, también. Y el sol quedó reinando en todo el mundo y la tierra se secó de lluvia y hubo un terremoto muy fuerte e inmenso y destruyó todo en derredor. Y la lluvia es la que da la vida, porque es agua y es vida también, pero, el sol calmó a la tempestad y quedó solo en el cielo tan inmenso y sí, que reinó, pero, quedó en soledad cuando el mundo por su torpeza se destruyó el mundo al no querer a la lluvia en su mundo.
Fin