Rompe el silencio
la ráfaga del viento,
sobre las ramas.
El árbol viejo,
la sombra y las tinieblas,
¡qué tentador!
Pero la voz
que llama en la distancia
ofrece vida.
No te detengas,
espíritu sin nombre,
pasa de largo.
Deja que el viento
se sacie y se lamente
entre las ramas.
Que él acompañe
la soga y a la sombra
y que la acune.
Pero tú sigue,
prosigue tu camino,
no te detengas.
Deja los miedos,
ocultos y en silencio,
en el pasado.
Abre los ojos,
abrázate al futuro
que es quien te llama.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/20