Era y es, otoño,
con sus colores y sus consecuencias.
Ella, se encontraba radiante,
en lo alto de su pedestal exhibiendo sus colores
mas tiernos, atrevidos y deslumbrantes.
Quería desprenderse y volar,
quería sentir la fuerza de la gravedad
en su nervado y ágil cuerpo.
Los días pasaban y nada ocurría,
hasta que el viento,
forzó su caída y se desprendió
hacia el vacío.
Por un momento, sintió vértigo.
Volando a favor del viento,
llegó a posarse sobre una imagen
semejante a sí misma
Su color y el de su encuentro,
eran diferentes, bellos, atractivos.
Estuvieron unos instantes juntos
los dos, mientras en viento
mecía sus cuerpos.
Parecían quererse, enamorarse,
unirse, balancearse, estremecerse.
Una ráfaga de viento, hizo que
continuaran volando, a la deriva,
cayendo segundo tras segundo
¡estaban enamorados los dos!,
tenían sentimientos afines, complementarios.
Se dejaron transportar balanceándose,
lánguidamente, abrazados, unidos,
suavemente llegaron al suelo y,
allí, quedaron unidos para siempre…