Converge mi alma y la
sensibilidad que existía
en aquella infancia, cuando
me sentía feliz, completo y dichoso.
Oscilando entre algo semejante a la eternidad.
Enmedio de la oscuridad me presiento, cuando mi cuerpo se rinde ante el sopor.
Ahora sólo resquicios quedan,
ahora sólo soy un fracturado
soñador de sentimientos
vemiformes y exánimes.
Brota la culpa y el llanto tras las sonrisas irónicas y la exhalación
del sarcasmo, esto ocurre noche
tras noche, se ha convertido
en un ritual habitual, hasta adentrarme entre las horas
nocturnas y caer por el cansancio,
vencido, divagado en la mente,
tan acostumbrado a la pesadumbre
para al final, ponerme de pie y
volver a poner la sonrisa finjida
que tiene que ver el resto de mi familia.
Pøeta Øscurø