Sobre una nube pones tu cuerpo
con el fuego en el centro
y el sol a lo lejos
te mira y sonríe aunque esté triste
hasta el límite infinito del sueño,
en vida la locura, prohibida herejía...
Me sujeto a un palo muerto
en este hundimiento escrupuloso
a un mar hambriento de huesos
nuestros... Amor! Vámonos! Pronto!
El tiempo está cambiando para peor,
lo noto en los ojos de los recelosos,
en el lento paso de cada estación
avanzando directamente al negro foso
como yo, o nosotros... Oh, pero qué solo
estoy... Cuán poco me siento...
Tu seductora pose poseyó el viento,
lo sé yo, aunque ahora te mienta
y te diga: no, tu morada es la tierra
Algo había que hacer
para no yorar para siempre
pero aun las risas duelen
como la misma muerte.
Qué sentido tiene
trepar para volver a caer?
Yo quiero deleitarme
y vivir eternamente...
Que alguien me salve!
pero antes debe perderse
en la espiral salvaje
y girar en mi mente,
trepar y caerse
hasta ponerse del revés.
Algo habrá que hacer
para no yorar para siempre,
sonreír aunque cueste
y el precio a pagar sea la muerte
darla, y remediar esta desdicha,
meterse al amparo de la noche
cuando caiga en agua desde encima
mi voz tronante. Ecatombe!
Nadie va a salvarse,
solo el aire insomne..?
Quien sabe...
...no tiene nombre,
entonces se desconoce,
porque le teme mas
a su triste soledad
rechaza la muerte
haciéndole el amor...
Eterno ser ausente,
doble de mi yo...
un rayo me partió
el corazón... Y qué fuerte!
este dolor que yueve
cuando yoro
sonriente porque me duele
estar tan solo...
...ante el todo...
Pertubador silencio brutal en la hondonada
corrompiendo el tiempo con sorda cabalgata
el nocturno panorama intoxica de pureza...
Tiemblan los soportes vitales de la tierra,
y debajo ruge la bestia encerrada en su jaula.
Está harta del amor, del engaño, de sueños
que acabaron desplomándose como lágrimas.
Estupefacta, tira de la cadena que apresa su garganta,
da fuego a su alma respirando a bocanadas el aire seco...
Hay temblores y ecos turbios, voces huecas en los túneles
entre mundos, cuando los ojos se dirigen al alto techo la noche
los aguarda, y todo un firmamento colmado de esmeraldas,
esperanza para mí, que lucho asolas contra las hordas lúgubres
sonriéndole al miedo, porque no me absorve, ni me carcome
el ruido de fuera, la muerte me ama, sus sombras me abrazan
y aportan la paz y la calma necesarias
para saltar otra vez a la pira incendiada,
a golpearla, hacerla sonar ardiente, mordiendo cerca del clímax
la fruta exquisita del árbol de la vida, cuya yama, se sabe, sabe infinita...
El silencio es absoluto despues, me ausento
adentro, un sentimiento eterno se me revela: soy
el trueno, el trote negro, la tormenta, el sabor
de tus besos de piedra, el barco y el puerto
que lo espera, como el ciego a la moneda
o a mí el amor, haciendo sonar con pasos resueltos
las aceras y hasta a los muertos que mudos me observan
circular en la dirección opuesta
cantando improvisados versos,
mi clamor guerrero, consecuencia
y causa creadora del universo...
Cedo, ahora es muy intenso
el placer: dolor que con frecuencia
me muestra mi lado mas siniestro...