Hubo un momento en que todo era un vacio y buscaba formas, colores, aromas para reconstruir un mundo más allá del silencio y volver a la lluvia, al viento, a las piedras del camino y sentirme solo entre la gente escuchando los ecos. La mirada tranquila, el paso lento, los ojos atentos a cada detalle, a cada sorpresa que me hiciera sentir que la vida fuese más que un sueño. Tomaba nota de un venado solitario, de la nieve entre las secas ramas y de una blanca paloma en busca de su compañera. Prefiero el alba y las tardes con tenue luz para distinguir cada elemento y percibir el paisaje en la profundidad justa y dejar allí un pequeño recuerdo. Vuelvo siempre a los mismos lugares, buscando un vacio en abismos sin fin para encontrar perlas ocultas que había sembrado en un paseo sin tiempo.