Supe de mí cuando florecí en tu cuerpo
con el ímpetu de vendaval de lluvia
amainando mi desnudo antojo
que cautivo dormía esperando que la milicia de tus dedos
vinieran a saquear lo inhóspito de mi playa.
Te amé entonces, como ahora y siempre,
por destrenzar mi estancia con la salvaje insinuación
de los besos que incendian las pupilas de deseo,
por llenarme de coraje con tu esencia de arrecife,
guareciendo mi sed brava en el sosiego de tu calma tersa.
Supe de mí al pronunciar tu nombre
y aquí estás detenido en mis pilares del amor amante,
amo tu amor, al amor amo.
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