Dice la brisa
palabras y susurros
que no se entienden.
Vienen de lejos,
cruzando los océanos
y las montañas.
Buscan oídos
que esperan presurosos
esas caricias.
El alma tiembla
queriendo descifrar
estas palabras.
Siente la brisa,
ansía los susurros,
se vuelve loca.
Y es que muy dentro
se encoge y se estremece
un corazón.
Y sorprendido
contempla este espectáculo
un gran silencio.
Brisa y palabras,
susurros, con caricias
apasionadas.
¡Qué sinfonía
de música sin nombre
nos deja el viento!
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/20