¿Y quién es el poeta?,
preguntas candorosa, Laura mía.
Si quieres que responda a tu discreta
voz, oye la mía.
No es aquel que tus ensueños borda,
no es aquel gerifalte que, atrayente,
viste de oro y azul las que en tu frente
quimeras vanas con placer acorda;
no es el príncipe rosa; no es el gentil
mancebo caballero en la blanca hacanea
de gárrulas gualdrapas, que pasea
tu florido y fantástico pensil.
No, Laura mía, éste no es el poeta.
Es aquel otro, ¡el otro!...
el que miente en un beso;
el que jura un amor en un exceso;
el que se burla de lo más sagrado;
el que adivina lo que no has pensado;
el que llora contigo, y luego ríe;
el que te habla y se calla;
el que maldices tú, y es él,
y no sabes, y crees, y no conoces;
el que tiene cien caras y cien voces.
Aquél es el poeta, ¡aquél!...
Y luego a solas con su faz mentida
se postra de rodillas ante la pena inmensa de la vida.
VICENTE BALAGUER