Cuando yo era pequeño mozalbete
que solía la iglesia visitar
me gustaba la gente contemplar
desde el regio y pulido minarete.
Me sentaba en su fuerte caballete
del que siempre podía distinguir
los beatos que suelen acudir
en los días que llega navidad
con virtudes fingidas de bondad
de las cuales les gusta presumir.
A los curas llevaban el billete
que al obrero supieron esquilmar
con salarios que no podrán pagar
ni la punta de un mísero filete.
Pero el \"santo varón\" con su birrete
o su copa de ajenjo o de Bourbón
le reparte \"al dador\" su bendición
por su gesto de buena voluntad,
al donar \"al señor\" la cantidad
que robara en trabajo a su peón.
En el atrio del magno y \"santo templo\"
bajo frío de gran intensidad
limosneros esperan la piedad
de Jesús, que del bien es dulce ejemplo.
Con tristeza sus rostros yo contemplo
dibujando sonrisas de indigencia
donde brilla la sombra de inclemencia
que provoca la cruenta sordidez
del \"cristiano\", que lleno de avidez
reza al Cristo paliando su inconsciencia.
Autor: Aníbal Rodríguez.