Sedienta de la dicha de tenerte
abro el puño de la esperanza,
peleando un duelo con la muerte
a quien pido el olvido de quererte.
Aguardando en la penumbra
a que llegues a la cita
que tenemos al destino
de encontrarnos nuevamente.
Aun saliendo de la tumba
del silencio sepultadas,
mis palabras siguen siendo
por ti otra vez ignoradas.
Pues prefiero el fuego eterno
por amarte en el pecado
a seguir viviendo el hielo
de mi miedo del pasado.
Pues tu amor me dio las alas
y con ellas dio motivos
de seguir contando años
esperando a estar contigo.
A la vida pido años,
en espera suplicante
y a mi Dios le pido solo
que algún día tu llegues a amarme.