Los temores, de cuando un año termina y otro empieza,
son únicamente por vernos cada día más viejos…
El nuevo milenio
Vuelvo a ser la niña de los ojos tristes,
he amado con ternura,
he querido con razón,
partiendo a un paso, me aferró al momento,
las hojas secas caen sobre mi piel desnuda,
me hacen temblar,
y temo verme como un corazón huyendo,
como un tren sin frenos, a todo vapor.
No me fío por la ortografía y,
escribo abiertamente,
que no creo en un futuro diferente,
mi alma se aleja hacia el sol
y no sé si volverá,
mostró su espanto y se arrastro hacia el mar,
viviendo junto a él, los placeres mundanos.
Quitando la máscara de mi rostro,
confieso, que no he sido del todo fiel,
y muero lento,
junto al anochecer del nuevo milenio.