¡Oh recuerdo tan triste!
¡Qué cruel melancolía!
que habita en mi alma como dura espina,
la espina que persiste
provocando sangría;
la espina con dolor que me fulmina.
¡Oh recuerdos, recuerdos
que tengo de mi vida!
con huellas como las del peregrino,
con muchos pasos lerdos
soportando la herida;
la herida de la muerte y su destino.
¡Oh recuerdos que antaño
llenaron de alegría!
con sonrientes momentos... ¡qué bonito!;
pero el árbol castaño
menos ya florecía,
con su tallo rugoso y muy marchito.
¡Oh recuerdos de infancia
con sueños anidados!
que con gran fantasía pervivieron
como flor con fragancia
con todos sus cuidados
que el jardín de la vida, florecieron.
¡Oh recuerdos hermosos
de vivencias fugaces!
volando como nubes en el cielo;
y, mis ojos llorosos
sin pesares falaces,
hoy lágrimas derraman por el suelo.
¡Oh recuerdos valiosos
con huellas de sentido!
que nutrieron caminos de energía
con pasos valerosos
donde quedó fundido
tu abrazo, con mi abrazo, amada mía.
¡Oh recuerdo tan triste
que habita mi conciencia!
como nuez que muriendo, se germina;
porque muriendo existe
la natural vivencia,
de una vida que aún... no se termina.