Me contaba mi padre
que su pueblo era pequeño
pequeño, pero hermoso
Tenía una estación, un árbol y un granero
no sabía de risas
pero siempre reía
soñando con crecer,
crecer hasta tocar los astros y las nubes
y él vivía allí metido entre sus trenes
silbando la esperanza entre la luz y el tiempo
Pero el sol una tarde le dio paso a las sombras
y todos apresuraron su barca hacía los mares
Ahora su pueblo gime
y en el profundo árbol las hojas languidecen
ya no queda estación, ni granero, ni risas
tan sólo está la ausencia emboscada en sus calles.