Amanecer tres
Que falta me haces, mi Morita...
Así te llamo para bromear y verte reir.
El tiempo nos hizo uno solo y quizá...
perdimos la sensación de extrañarnos;
creíamos que nada nos podría separar,
pero Dios, el maestro divino,
nos puso esta prueba, dura,
que nos recuerda, lo efímero de vivir.
No te extraño por mi tristeza,
te extraño, por no poderte proteger.
Pero seguirás en mi alma
y a la tuya nada le pasará.
El amor no se lleva en el cuerpo,
aunque son los males del cuerpo,
los que acrecientan el amor.
Que sola está la casa sin ti,
los chicos, protestan tu ausencia.
La ñeñé, dormita, como tu,
en la cama que le preparaste,
le falta su mamá que le da chicharrones y café;
No se si los conejos lloran,
pero a fé, que ella quisiera poder.
En nuestro incomprendido mundo,
ellos son nuestros niños
y sabes el amor que nos devuelven,
tan solo a cambio, de un grano de maiz.
Sigue tu lucha, Monita.
Tendremos, la casita de paredes blancas,
con macetas de geranios y novios y catleyas.
Fígaro, el canario, volverá a cantar,
a las seis y las doce,
la canción que lo hace feliz.
Perecearemos frente a la tele,
te contaré el cuento de la caperucita verde...
que se burló del lobo, por tener chiquito... el pié.
Te haré sonrojar con la historia...
de la novia que preparó una torta salada
y a pesar de todo, el novio se la comió.
Volverás a preparar tus salsas raras
y a comer galguerías al escondido,
más por sentirte traviesa,
que por que alguno, te diga que no.
Ignoraremos formalidades,
para seguir nuestra despreocupada vida.
Tantos planes, tanta vida por vivir.
Quédate conmigo, te dije al oido
y la lágrima que rodó furtiva,
me dijo que lo harás,
eso espero, porque si no...
te buscaré por todo el universo,
mi alegría lleva tu nombre
y la tibieza de tu mano,
es energía para mi vieja maquinaria,
de cuando nos fabricaban de mejor calidad.
Visitaremos el paraíso fantasioso de la felicidad,
donde tu eres la muñequita sonriente
y yo, el incorregible Nano, tu bufón.
Tómate tu tiempo, sánate bien,
regresa a tu casa, mi amor...
que la vida es lúgubre cuando tu no estás.
Quien entendería nuestra historia,
cuando todos buscan la razón,
si esa fue la primera que huyó,
aquel bendito 4 de diciembre
en que mi abrazo te estrujó.
Ron Alphonso
28 de diciembre 202